domingo, 28 de junio de 2009

Debat post-electoral europees 2009

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sábado, 27 de junio de 2009

Sobre el fin de la historia

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Francis Fukuyama, estadounidense de origen japonés, es famoso por haber publicado en 1989 una teoría donde se expone que el liberalismo político y económico es, en términos hegelianos, el fin de la historia, esto es la sociedad y el Estado donde se plasman la máxima racionalidad. Si para Hegel, toda manifestación material estaría causada por un movimiento previo en el campo de la conciencia, la historia en sí no sería más que la historia de las ideologías.


Pero para Fukuyama, este final en la evolución histórico-ideológica no solo estaría definido por la “economía de mercado” y la democracia liberal, también por la expansión mundial de la cultura occidental, fundamentalmente, la cultura de consumo.


Según nuestro profeta del Apocalipsis histórico, el liberalismo luchó contra el absolutismo, posteriormente, contra el fascismo (autodestructivo y efímero) y contra el comunismo (excentricidad histórica que no pasaría de un rodeo más o menos largo hacia el régimen del capital). La feliz victoria “perenne” del liberalismo provocaría que no hubiera más grandes causas con su romanticismo idealista, ni filosofía ni arte, solo el Museo Historia con el registro de las expresiones ideológicas hasta la llegada de la poshistoria.


A priori, poco tiempo merecería una crítica a tan oportunista teoría, sobretodo, cuando nos damos cuenta de que solo se empeña en sacar del frigorífico a un idealismo hegeliano que ya huele rancio. Poco tiempo sino fuera por el hecho de que esta teoría está ampliamente incrustada en las personas de nuestro entorno: el capitalismo occidental es el summum, lo demás son países en “vías de desarrollo” (no sé si a alguien le suena esto).


Pero en los mismos términos acientíficos, sería fácil plantear incertidumbres en este esquema y es que el capitalismo es percibido como injusto, por lo cual pueden surgir contrapoderes armados con nuevas o viejas ideologías, sin embargo, hasta hoy, Fukuyama nunca se ha retractado. Para él, solo el aburrimiento extremo pueda llegar a poner otra vez en marcha la historia.


Mediante las herramientas analíticas del materialismo histórico podemos constatar 1) que la contradicción principal entre trabajo asalariado y capital seguirá vigente mientras exista el capitalismo aunque Fukuyama se empeñe en ocultarla bajo el denso maquillaje de la clase media, 2) que el imperialismo más brutal es legitimado mediante la expansión hegemónica de la “idea de occidente” con un desprecio, que no hace falta leer entre líneas, contra todo lo que no sea el polo yanqui-europeo-japonés y 3) que la “flexible” democracia liberal no es más que la máscara definitiva donde se oculta la dictadura burguesa. La teoría de Fukuyama no es más que la expresión ideológica de la burguesía en su momento de mayor arrogancia frente a la batalla ganada contra una URSS herida brutalmente por el revisionismo criminal de Gorbachov.


La ideología capitalista convierte lo coyuntural en eterno, lo contingente en necesario, como comunistas debemos combatirla junto a la clase trabajadora. Y es que Fukuyama puede que tenga razón, el capitalismo puede llegar a ser el fin de la historia, aunque no en el sentido hegeliano, sino en el sentido del fin de la humanidad.