martes, 8 de julio de 2008

Mayo del 68, al otro lado del charco (II)

Para comprender el mayo del 68 parisino propongo un previo, irnos al otro lado del charco y sondear las formas de rebeldía que se daban en la nueva Roma: los hippies, que ejercían la hegemonía contracultural norteamericana en los 60 y que se caracterizaban por los siguientes puntos:

- Pacifismo y antimilitarismo

Ya por entonces había recaído en los EEUU la función de ejercer la función de policía mundial para perpetuar la dictadura burguesa internacional. En este marco de deriva represora, múltiples elementos se contrapusieron ferozmente, paradigmáticamente, el pueblo vietnamita que con brutalidad legítima se defendieron de las agresiones imperialistas. En este marco, la influencia ideológica antiimperialista y el sufrimiento de los jóvenes pobres norteamericanos (que eran los que de hecho iban a morir por los intereses del imperialado), confluyeron en un antimilitarismo y pacifismo abstracto tan aparentemente revolucionario como conservador de hecho ya que un mínimo estudio histórico demuestra que la violencia es indispensable para cualquier intento de asalto a los cielos.

- Rock y contracultura

El Rock & Roll surge del mestizaje de diversas corrientes, mayoritariamente afroamericanas. La combinación genuina y simple de guitarra, bajo y batería tiene gancho y rápidamente en los 50 adquiere una gran popularidad que se conserva hasta hoy. El Rock es subversivo, enérgico, empodera a las masas con la música. El rock le permite a cualquiera tocar, disfrutar y sentir la música, hacer soñar con el fin de la alienación. Individualmente, cada individuo se siente salvado y liberado, el rock parece trascender la propia música, es capaz de hacer experimentar un goce estético que susurra promesas olvidadas.

El Rock & Roll es auténtico, es mesiánico pero pronto tiene que afrontar los procesos mercantilizantes que fatalmente le exoneran de toda su esencia y lo llevan indefectiblemente a la frivolidad de las pasarelas de moda y del Bread&Butter. Toda corriente contracultural trae consigo una nula capacidad real emancipadora en sí así como lleva en su seno, invariablemente, la ponzoña mercantilizadora que lo engulle todo tan buen punto la corriente se hegemoniza… o si no que se lo pregunten a Kurt Cobain.

- Drogas, misticismo e idealismo

Los alucinógenos tales como el LSD, ampliamente consumidos por aquél entonces, provocan distorsiones sensoriales tales como la sinestesia. Más allá de eso, y si uno no tiene un “bad trip”, provocan:

o euforia

o una aparente percepción de una cierta “harmonía” que liga la realidad con nuestro yo profundo y viceversa, nuestro yo con los demás en el Eros

o (lo más importante) la leve sensación de que uno está a un paso de rajar el velo del mundo sensible para pasar al mundo extrasensorial de lo verdadero.

Considero fundamental los efectos de este tipo de drogas que con una interpretación idealista y mística dichas sensaciones que se transforman en certezas. Esta alienación mal entendida como liberación comportan el gusto por el chamanismo de origen nativo americano y demás misticismo simbólico así como la adhesión idealista al peace & (free) love.


Rápidamente, unos niños de papa tienen la posibilidad material de echar a perder una temporada de su vida en actividades dudosamente productivas para experimentar las características típicas del modo de vida hippie (amor libre y demás liberalismo moral, consumo de tóxicos, música, hermandad, idealismo, misticismo…) y al volver tienen asegurado un cómodo y materialista puesto al lado de papi. Ésta es la rebeldía hippie, su hipérvole con el pico en Woodstock.

La bulimia contra esta rebeldía estética y contra idealismo imbécil hippie fue el fenómeno yuppie. Con el fenómeno bo-bo (o izquierda caviar), tenemos la solución dialéctica entre el “materialismo” (entendamos aquí la concepción negativa de materialismo, es decir, egoísmo, bajeza…) y el “idealismo” (entendamos aquí la concepción positiva de idealismo, es decir, altruismo, actos elevados) posmoderno, ese burgués comprometidísimo con los movimientos sociales que como Joan Saura o Carla Bruni acaban dirigiendo el aparato de represión burgués o compartiendo cama con uno de los mayores representantes del neoliberalismo imperial, respectivamente.

El meollo del hippismo era montar un miniparaíso moral con orgías y acordes suaves de guitarra en medio del imperio y sus atrocidades, en el peor de los casos, al grito de que les den por el culo a los demás, en el mejor de los casos, con estrategias expansivas utópicas, inútiles y decimonónicas.

Los hippies, tanto clásicos como actuales, son justamente despreciados por todo aquél que tenga un verdadero compromiso social de izquierdas. Más allá de eso creo que podemos ver más de una y de dos semejanzas con nuestros héroes parisinos, sobretodo en lo referente a la futilidad.

3 comentarios:

Gunfia dijo...

El LSD no es alucinógeno, así lo llama el vulgo, sino enteogénico. So memo.

Fernan dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fernan dijo...

Eso de enteógeno tiene esa connotación de "abrir" la consciencia, de conectarnos con Dios que rechazo en el artículo.
Transgredir no conseguirás intentando insultarme a cada comentario, gracias por lo de las faltas de ortografía, tienes razón, soy pésimo en ese sentido, escribo de una tirada con el word y luego tengo mil y un errores de todo tipo que voy corrigiendo sobre la marcha y alguno se me escapa.
Y si tan cansino te soy con no leerme... de ahí que deduzco se solo vienes a tocar la moral, pues no conseguirás faltarme al respeto hasta que me demuestres que tú mereces un mínimo de éste.