jueves, 22 de mayo de 2008

Ecocapitalismo

En un anterior escrito comenté como un movimiento tan objetivamente necesario como el ecologismo se ha convertido en pura egolatría autoconfirmativa para sus militantes y simpatizantes y no solo por un mal enfoque del asunto sino por toda la mugre reaccionaria adherida que constituye la vuelta a la superstición y las formas de consciencia y esquemas mentales atávicos.


En la (gran) película Grizzly Man, un ecologista chanante, amante de los osos pardos, convive durante años con estos y durante sus últimos años de convivencia, hasta ser devorado por uno de ellos, hace una especie de reportaje gráfico cuya recopilación constituye el documental junto con las cuerdas reflexiones del director.

En el documental se puede observar gran parte de las grandezas y carencias del movimiento ecologista, se observa la idealización estúpida de la naturaleza que constituye la ecología profunda (vuelta al misticismo), el altruismo ambiental como forma de camuflaje de un narcisismo zafio.

Sin embargo, es indudable que el movimiento ecologista, lejos de necesitar una finiquitación, necesita un podado, un saneamiento, ante todo, una pragmatización ya que lo principal son los objetivos y no la busca de identidad de un exborrachuzo idealista abrazaososdepeluche llorón.


Toda esta banalidad sólo intenta apuntalar un individualismo hipertrofiado, perfilar la personalidad de una manera análoga al izquierdismo posmoderno en el cual se casa perfectamente el izquierdismo clásico (mayoritariamente trotskista del cual hablaré otro día sobretodo por su marcado izquierdismo de boquilla, derechismo de hecho) con las inquietudes de identidad (búsqueda de una actitud, mercancías, etc.) posmodernas.

Institucionalmente, este movimiento efectivo de las masas está manejado por corrientes ecocapitalistas que desarrollan las tesis del desarrollo sostenible en las relaciones productivas dadas, esto es capitalistas. Ecologismo sin revolución, pero si la hay que sea una revolución de amor o una revolución altercapitalista (tan alternativa, salvando las distancias, como el mundo de virtual de la informática y de los “mundos permanentes”, Second Life o el World of Warcraft), etc.


Analizar el ecocapitalismo es admirar la, probablemente, mayor obra de hegemonía ideológica burguesa. Mientras el sistema se torna más irracional, irreal e innecesario, más criminal y anquilosante... con su anuncio a bombo y platillo de reciclage, purificación y lavado de mugre, es capaz de mostrarse cada día más maravilloso. Con este aparente compromiso, el capitalismo convierte literalmente su mierda en oro, se purifica.

Y no solo eso, la estrategia ecocapitalista supone la obtención de superplusvalías con la venta de mercancías “ecorespetuosas” tales como coches. Se puede observar, entre anodina programación televisiva, que el mayor reclamo actual para los target publicitarios de hoy en día es revestir el producto como ecológico aprovechando oportunistamente la creciente consciencia ecológica.

Pero no hace falta escarbar mucho para darse cuenta que esto encierra una hipocresía similar a lanzar (como relata Beigbeder) productos Light a niños hambrientos de Zimbabwe.


Más allá de hipocresías periféricas, la pregunta que cabe plantear es la siguiente: ¿puede la lógica de microempresa, la anarquía en la producción y la economía de mercado, que tentacularmente se ha expandido en todas las esferas de la vida, enfrentarse a los retos del constreñimiento ecológico? ¿Puede el capitalismo conseguir con su naturaleza caótica, desorganizada, incontrolable, contradictoria, alienante e irracional acometer proyectos, que necesitan una gran coordinación, a largo plazo?

El capitalismo es un sistema que medularmente se define como la promoción de acumulación incesante de capital en manos de los poseedores exclusivos de los grandes medios de producción y comunicación, la burguesía. Los burgueses buscan alcanzar el mayor grado de ganancias posibles (expansión de producción y de mercado, menores costes de producción, etc.), por tanto, extraen riqueza del medio ambiente así como un beneficio a partir de la ambivalencia del valor del trabajo para acabar generando un producto que se venderá en el mercado, que siempre ha de absorver la mercancía a riesgo de quebrar toda la estructura en las llamadas crisis (cíclicas) de sobreproducción (lo cual se intenta evita con la expansión del mercado, el consumismo, etc).

Llegado el momento en el que la finiquitación de los recursos (por tanto su encarecimiento) y la destrucción ecológica influyan negativamente en el grado de ganancia, ¿podrá el capitalista lidiar con una pérdida ineludible de ésta? Mala pregunta pues eso importa poco ya que el capitalista controla el sistema tanto como el obrero, está condenado a ser esclavo del dinero so pena de perder su elitista posición en la escala de producción.

La pregunta sería más bien ¿el capital arrasará con el mundo o el mundo con el capital?

La contradicción se define ya perfectamente así como se define la hipocresía medular, las tesis ecocapitalistas.

En los siguientes enlaces se repasa más detenidamente esta nueva contradicción:

http://www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=1723

http://www.ecoportal.net/content/view/full/36404

El constreñimiento ecológico Vs el desarrollo irracional y antisocial capitalista se evidencia como otra más de sus tropecientas contradicciones insalvables: la tasa de ganancia disminuirá drásticamente, mayor capital generará cada vez menor plusvalía, el desarrollo de las fuerzas productivas tendrá cada vez consecuencias más antisociales, se reducirá el desarrollo de las fuerzas productivas (medios de producción + fuerza de trabajo) por las propias relaciones de producción capitalistas, etc. Esto suena a ¡boom!

Ejemplo de lógica ecocapitalista:
Si el gobierno me sanciona por arrojar tal o cual residuo, hago un frío cálculo de ajuste que consistirá entre la comparación del gasto que me supone eliminar yo mismos el residuo y el que les supone pagar el tributo por arrojarlo al rio, todo muy liberal.

El único freno a esto sería pues la regulación estatal (por su función social incorporada gracias a las victorias obreras en lucha de clases), regulación que, por cierto, día tras día la burguesía lima y lima (tesis anarcocapitalistas) para dejar vía libre a sus intereses (que según la ideología liberal se tornan en el interés común).

Seguirán al galope pese a que el potro reviente y es que las tareas ecológicas no son el deber histórico de la burguesía, su única labor objetivamente positiva será iniciar una búsqueda de procesos eficientes así como un tímido inicio del desarrollo de energías renovables.


Mientras que se tense la contradicción, las condiciones en el planeta se tornarán más adversas, descenderá el nivel de vida en picado, descenderá la biodiversidad (de la cual dependemos) e, incluso, puede que lleguemos a estar muy cerca del punto de no retorno hacia el ecocidio absoluto.

Dichas adversidades las sufrirán primero los países del tercer mundo (aunque no siempre).

Por eso, algunos de los plutócratas y sus ideólogos más sinceros han escogido la opción objetivamente menos hipócrita, ¡negar los problemas ecológicos!

Contra esto, de todo menos pasividad: hasta que, lejos de cómo lo hacen los ecologistas chanantes, no analicemos desde una perspectiva total los problemas para construir un mundo más racional, el ecocapitalismo creará estrategia ideológica para promover un nuevo ciclo de reconcentración del capital, hará lo único que sabe hacer: posar para la galería, generar plusvalía para algunos y miseria, smog, destrucción y barbarie para todos.


Frente a esto, un ecosocialismo soldado en una política basada en un análisis científico de clases, un análisis sobre las relaciones del hombre con el hombre y del hombre con su entorno, la naturaleza. Este análisis científico estaría muy lejos del que hacen los abraza pinos fuma porros, que odian al malvado ser humano por destruir la bondadosa naturaleza, y de los revisionistas reformistas y altercapitalistas que integran la fuerza ideológica de IU y sus equivalentes internacionales.

Dejemos los breves trazos de lo que tendría que ser el marxismo frente a este nuevo problema para una entrada futura.

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